jueves, 21 de junio de 2012

La Semana Santa

Semana Santa siempre era especial para la familia, y de hecho uno de los eventos más importantes del año; viviendo en Aguascalientes, con la Semana Santa no llegaban las vacaciones como en el resto de la República Mexicana, sino que se cortaban para esperar las vacaciones de la Feria de San Marcos, aunque algunas veces la feria iniciaba el Sábado Santo.

Estando todos de descanso, siempre llegaban a la casa visitas familiares tanto paternos como maternos: los tíos con sus familias de San Luis, Durango, Torreón, y mis abuelitos de México, por lo que la casa en esos días dejaba su rutina para abrir paso a una fiesta familiar.

Todos los jugábamos a las escondidas, a las muñecas, la comidita, ajedrez, atari o platicábamos de lo que teníamos en mente en ese momento: música, cine, programas de tv, paseos, amigos y escuela. Los grandes por su parte platicaban muy amenamente, mientras preparaban la comida propia de esos días: pescados, romeritos, cocteles, pipián etc. y para sentarnos a comer ocupábamos dos mesas, la de los niños y los papás, y curiosamente en la de los niños, sentaban también a comer a mi abuelito.

Esos días eran de relajación total, más mi abuelita era estricta, y no aceptaba excusas para no asistir a la iglesia en esos días, y todos los nietos sin excepción ibamos desde el Domingo de Ramos nos compraban nuestro ramito, el Jueves Santo al lavatorio de los pies, la bendición de los panes y la visita de las 7 casas, el Viernes Santo con el Vía Crucis, el pésame a la Virgen y la adoración del Cristo, el Sábado de Gloria la bendicion de las aguas, y el Domingo de Resurrección.

El Viernes santo ya no podíamos ni ver tele, ni escuchar el radio desde las 3 de la tarde y sólo nos daban permiso de hacerlo hasta el Sábado Santo por la tarde.

Cuando el Lunes regresábamos a la escuela, mis hermanos y yo, estábamos ansiosos por volver a casa ya que nuestros primos estaban esperándonos a jugar, aunque teníamos que hacer tarea y ya no era lo mismo.

En los días subsecuentes poco a poco, los familiares se retiraban para regresar a casa o continuar sus vacaciones en otra parte de la república.

La Semana Santa nos dejaba con el gusto de aquellos dias de convivencia y la esperanza de reencontrarnos nuevamente en las próximas vacaciones.

viernes, 30 de diciembre de 2011

Don Caca

Un día cuando estaba en 1o. de Primaria, la maestra me dejó sin recreo, junto con otras dos niñas; no recuerdo por qué motivo pero sentí que era injusto; tampoco recuerdo si nos prohibió, además que nos comiéramos nuestro lonche en el salón.

Lo que sí recuerdo es que aún así mis 2 compañeras y yo, nos la pasamos "bomba": nos subíamos arriba de los asientos de las demás compañeras, correteabamos por el salón, rayábamos el pizarrón y también recuerdo que nos subimos a una larga cómoda para abrir las ventanas para gritarle a un viejito que vendía dulces en la acera de enfrente:

-¡Don Caca!
-¡Don Caca!
-¡Don Caca!
-¡Don Caca!

Y así seguimos gritando hasta que nos cansamos.

Reflexionando lo peligroso de la situación, ya que mi salón se encontraba en el primer piso, y daba hacia la calle, aparte de que las ventanas no tenían protecciones y pudimos haber caído fácilmente, con consecuencias trágicas.

Pero regresando a Don Caca, me siento culpable, ya que no debimos haberle gritado así; era un señor de edad avanzada, muy serio, con sombrero y un saquito gris, que vendía dulces en un carrito muy modesto, a veces iba acompañado de su esposa, otras veces iba solo. Colocaba su carrito frente al colegio, siempre muy temprano y se retiraba como a las seis de la tarde.

Supongo que le iba bien, en sus ventas, porque los trece años que estuve en el colegio, más los tres siguientes que estuvieron mis hermanas, siempre estuvo allí, porque además de las niñas del colegio también le compraban los niños de la escuela de la vuelta.

Los dulces que acostumbrábamos comprarle eran: Borrachitas, chilitos, paletas Glotón, pulpitas, frituras, obleas, chocolates, etc.

Su nombre creo que nadie lo sabe, y quién y por qué le puso el sobrenombre "Don Caca" no lo sé, cuando yo llegué a preprimaria ya le decían así, lo cual no debe ser una jusficicación.

Discúlpeme Sr. donde quiera que esté.

martes, 25 de octubre de 2011

Intercambio Navideño




Como ya se está acercando Diciembre, estoy recordando que el año pasado prometí no volver a participar en el intercambio navideño del trabajo, y la sencilla razón es que, mejor evitaré gastar.

A lo largo de los años mis experiencias en los intercambios navideños, han sido muy variadas; desde satisfactorias,otras indiferentes, hasta las que me han dejado con una incógnita: ¿Y ésto para qué? Y aunque la participación en el intercambio del trabajo es voluntaria, yo como organizadora me siento obligada a "embarcar gente" y a participar en congruencia con decir y hacer.

No entiendo por qué al platicar de los intercambios navideños existe la mayoría de la gente, que está insatisfecha y que ya no participa argumentando que ellos se esmeran en dar un buen regalo y siempre les dan un obsequio sin ninguna utilidad, que no es de su agrado, y que a fin de cuentas terminarán regalando ellos a su vez en otro intercambio. Si así fuera y todos nos esforzáramos en dar un buen regalo, todos quedaríamos felices y contentos.

Recuerdo que uno de tantos intercambios, quien me iba a regalar llegó y me dijo:

-Me tocó regalarte ¿Qué te gustaría que te comprara?

-Un perfume.

Lógicamente no iba a pedir un perfume caro que venden en los almacenes de prestigio y que son una delicia por cierto; lo que estaba pidiendo, era un perfume de una tienda departamental, y en las que puede encontrar aromas agradables.

Pues llegó la hora del intercambio, y me regaló un perfume que tenía un aroma exquisito y el cual usé por varios días...Hasta que me di cuenta en letra chiquita que decía: For Men.

¡For Men! el señor que dejó como siempre todo para último momento, tuvo una hora para buscar mi regalo, y no se tomó la molestia para comprobar que el dichoso perfume fuera para mujer.

A fin de cuentas el que salió ganando en dicho intercambio fue mi hermano, quien terminó usándolo.

Recuerdo esa anécdota muy divertida. jijijiji

lunes, 20 de junio de 2011

El Concierto de Luis Miguel

Era el año 1992, a principios de Marzo, Luis Miguel era el ídolo de las adolescentes, (ahora treintañeras) y por aquella época lanzó el primer disco de Boleros, Romance. Pues el Sol iba a visitar Aguascalientes y daría un concierto en la Monumental Plaza de Toros.

Recuerdo que era un sábado como a las 10 de la mañana, y me encontraba realizando las labores propias que se me tenían asignadas:, alzar las camas, barrer, trapear etc. y como experta en labores domésticas, no podía faltar la compañía del radio sintonizado en mi estación favorita.

Estaba muy atenta escuchando el radio, cuando anunciaron con bombo y platillo que regalarían dos boletos para el concierto de Luis Miguel acompañados de su más reciente disco L.P. Romance, sólo si atinaban al nombre de las canciones que ellos elegían.

Pues el locutor inició el concurso:

Locutor: Buenos días, tu nombre por favor.
Concursante 1: Hola soy fulanito,
Locutor: A tus órdenes.
Concursante 1: Quiero participar por un boleto para el concierto de Luis Miguel.
Locutor: ¡Claro que sí!, mencionaba el locutor entusiasmado, lo único que tienes que hacer es decirme el nombre de la siguiente canción y quién la canta.
Se escuchaba la canción.
Concursante 1: No, no me la sé.
Locutor: ¡Lástima, Fulanito! Tan fácil que está. Vamos a darle la oportunidad a otro concursante. Gracias por participar y más suerte para la próxima.

Y así se repitió la misma dinámica con los Concursantes 2 y 3.

Casualmente mi hermano José, estaba escuchando atentamente el radio y comentó:

-¡Está bien fácil!, se llama Sacrificio de Elton John.

-¿De verdad? pregunté.

- Sí, me contestó.

-Pues voy a llamar, le dije.

Y mientras atendían al Concursante 4 marqué con la esperanza de que no se la supiera, al tiempo de que José me miraba y sonreía incrédulo.

Locutor: Buenos días, ¿Te sabes la respuesta?
Sopita de Caracol: Sí, es Sacrificio con Elton John.
Locutor: Felicidades, acabas de ganarte un pase doble para el concierto de Luis Miguel y el disco Romance; cuál es tu nombre completo.
Sopita de Caracol: Sopita de Caracol.
Locutor: Pues ven antes de las 12 del día con una identificación.
Sopita de Caracol: Gracias.
Locutor: Felicitades y que lo disfrutes.

En cuanto colgamos, José y yo nos abrazamos contentos, y ¡Pronto! a buscar una identificación, yo para ese tiempo tenía 16 años, así que volteamos el cajón de los papeles y allí encontré boleta de calificaciones de la primaria y le pegamos una foto reciente. Rápidamente cambié mi ropa de quehaceres sabatinos por una de dominguear y fuimos a tomar el camión para trasladarnos a la estación de radio. Le dijimos a mi hermana lo que había pasado y que si llegaban mis papás que les comentara.

Llegamos a la estación de radio, faltando 10 para las 12 p.m. y los dos muy contentos regresamos a casa con la novedad de lo que había pasado. Y al día siguiente fuimos mi hermana Gaby y yo al concierto de Luis Miguel, el lugar que nos tocó fue junto al reloj, y Luis Miguel se veía tan diminuto que teníamos que usar binoculares y todas las chicas gritabamos emocionadas y entonando sus grandes éxitos, como La Incondicional, Entrégate, Será que no me amas, y una que otra del Romance.

Nunca más hablé al radio para concursar, pero ahora reconozco Sacrificio de Elton John, que me llevó al concierto de Luis Miguel, y me regaló el Disco Romance que aún conservo.

martes, 1 de marzo de 2011

De Paseo Por San Juan

Durante algún tiempo tuvimos la costumbre de cada Domingo ir a misa a San Juan De Los Lagos.

Fueron paseos que disfrutábamos mucho ya que muy temprano nos levantábamos, a bañar, desayunar cereal o pan con leche, mamá llenába la hielera con refrescos, también cargaba con biberones, pañalera, cambio de ropa, etc. y nos subíamos al coche para llegar a misa de 10.

Después de la misa paseábamos por infinidad de puestos que hay alrededor de la Catedral, para comprar dulces, cajeta y uno que otro juguete.

Ya a medio día a mi papá le gustaba ir a comer a un restaurante que queda frente a la plaza y después de comer ya como a las 4 de la tarde emprendíamos el regreso hacia Agüitas.

sábado, 11 de septiembre de 2010

Recuerdos: Mi Muñeco Paco



Todavía conservo a mi muñeco Paco; no, no es Francisco ni Pancho, es Paco, tiene una encantadora sonrisa y unos hermosos ojos azules; viene enfundado en un trajecito blanco y vino, coordinado con un gorrito que me tejió mi abuelita, ya que cuando me lo compraron venía sólo en pañales.

Curiosamente recuerdo por qué lo llamé Paco, por Paco Stanley, que tenía un programa en las mañanas y antes de ir al kinder lo veía mientras me peinaba mi mamá. Paco Stanley siempre me cayó muy bien, y como mi muñeco era güerito y de ojos azules pues decidí nombrarlo así. Hasta mi papá comentaba que yo estaba enamorada de él.

Tan bien lo cuidé, que hoy, después de treinta y tantos años, lo tengo con mis otros muñequitos, Paco es recuerdo de mi infancia feliz.

miércoles, 28 de octubre de 2009

Turboman

Siempre que se acerca la época navideña, recuerdo cuando trabajé en una tienda de las denominadas "Club de Precios". Me habían contratado para la temporada navideña, en el departamento del centro que abarcaba Juguetería, Ropa, Papelería y Temporada.




Ocurrió el 24 de Diciembre, cuando como suele suceder, la gente estaba realizando las compras de última hora. Los papás estaban buscando el regalo ideal para sus hijos, dentro de la poca variedad de juguetes que ya quedaba.




Mientras cubría mi turno se acercaron unos jóvenes y uno de ellos me preguntó:




-Disculpe señorita, le habrá llegado el Turboman.




Yo contesté con la cortesía propia y obligatoria de cualquier vendedor de piso:




-No joven, ésto es lo único que nos llegó.




-¿Y no sabe si les va a llegar?




-No, estos son artículos de temporada y sólo llegaron por Navidad.




-Que lástima.




-¡Gracias!. Me contestaron todos con una amplia sonrisa.




Y se fueron, yo seguí ajetreada en mi puesto, acomodando mercancía y atendiendo clientes.




Pasaron varios años y un día viendo en la tele una película de Arnold Schwarzeneguer llamada "El Regalo Prometido", descubrí que el juguete por el que se peleaban los papás para obsequiarlo a sus hijos se llamaba TURBOMAN.




De inmediato recordé que me habían preguntado por ese juguete y me dió mucha risa, porque esos muchachos se habían burlado de mí y yo caí inocentemente en su juego.




Ahora lo cuento en mis anécdotas; pero seguramente ellos también lo hacen. Imagino el inicio de la conversación:




-Oye amigo, ¿Recuerdas cuando llegaste a la tienda preguntado por el Turboman?




-Ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja.