viernes, 30 de diciembre de 2011

Don Caca

Un día cuando estaba en 1o. de Primaria, la maestra me dejó sin recreo, junto con otras dos niñas; no recuerdo por qué motivo pero sentí que era injusto; tampoco recuerdo si nos prohibió, además que nos comiéramos nuestro lonche en el salón.

Lo que sí recuerdo es que aún así mis 2 compañeras y yo, nos la pasamos "bomba": nos subíamos arriba de los asientos de las demás compañeras, correteabamos por el salón, rayábamos el pizarrón y también recuerdo que nos subimos a una larga cómoda para abrir las ventanas para gritarle a un viejito que vendía dulces en la acera de enfrente:

-¡Don Caca!
-¡Don Caca!
-¡Don Caca!
-¡Don Caca!

Y así seguimos gritando hasta que nos cansamos.

Reflexionando lo peligroso de la situación, ya que mi salón se encontraba en el primer piso, y daba hacia la calle, aparte de que las ventanas no tenían protecciones y pudimos haber caído fácilmente, con consecuencias trágicas.

Pero regresando a Don Caca, me siento culpable, ya que no debimos haberle gritado así; era un señor de edad avanzada, muy serio, con sombrero y un saquito gris, que vendía dulces en un carrito muy modesto, a veces iba acompañado de su esposa, otras veces iba solo. Colocaba su carrito frente al colegio, siempre muy temprano y se retiraba como a las seis de la tarde.

Supongo que le iba bien, en sus ventas, porque los trece años que estuve en el colegio, más los tres siguientes que estuvieron mis hermanas, siempre estuvo allí, porque además de las niñas del colegio también le compraban los niños de la escuela de la vuelta.

Los dulces que acostumbrábamos comprarle eran: Borrachitas, chilitos, paletas Glotón, pulpitas, frituras, obleas, chocolates, etc.

Su nombre creo que nadie lo sabe, y quién y por qué le puso el sobrenombre "Don Caca" no lo sé, cuando yo llegué a preprimaria ya le decían así, lo cual no debe ser una jusficicación.

Discúlpeme Sr. donde quiera que esté.