jueves, 30 de abril de 2009

¡Bienvenida Primavera! II

A pesar de:


  • Estar a 38 grados C;

  • No poder dormir debido al calor insoportable;

  • No tener permitido tomar bebidas frías, ni helados, ya que me puedo enfermar;

  • No ir al balneario, no hacer carnes asadas en el jardrín, a causa de la influenza porcina;

  • Sufrir de sofocación, cuando viajo en carro al mediodía.

  • Seguir cargando con el suéter, en la mañana y en la noche.

¡Yo no me rajo!


¡Bienvenida Primavera!


¡Nche Frío! ¡Qué Lejano estás! Bbbrrrrbrrrrrrrrzzzzzzz

Anthony vs. Terry

¿Quién habría ganado?

Mi voto es por Terry Granchester ya que:

Anthony

Era un amor idealizado, como platónico.

Murió siendo aún adolescente.

No pudo confesarle su amor a Candy.

Lloré como Magdalena cuando se murió.

Terry

Fue el real y verdadero amor de Candy.

Era más guapo que Anthony.

Era un chico rebelde que superó con exito, la adolescencia.

Defendió con valentía a Candy.

Ayudó a Candy a superar la muerte de Anthony.

Me partió el corazón cuando tuvo que separarse de Candy.

¡Inolvidable Terry!

viernes, 17 de abril de 2009

Candy Candy

Pertenezco a la generación que vió Candy Candy y la seguía fielmente, cada temporada que iniciaba. Durante varios años pude disfrutar de esta caricatura japonesa, sufría y lloraba cada vez que moría Anthony; Deseaba que pudiera realizar su amor con Terry y lamenté terriblemente cuando éste tuvo que sacrificar su amor, y me sentía feliz en el capitulo final de la serie, cuando regresaba al hogar de Pony.

Veinte años después volví a ver la serie, y he llegado a la conclusión de que la escritora Keiko Nagita (bajo el seudónimo de Kyoko Mizuki) no quería para nada a su protagonista. Tal afirmación personal, tiene varias razones que a lo largo de más de cien capítulos lo he podido comprobar, enumero las más importantes:

  • Se sacrificó para que Annie pudiera tener unos padres adoptivos.
  • Aceptó ser la sirvienta de los Leagan que siempre la humillaron, le levantaron falsos y ejercían terror psicológico sobre ella.
  • Era la sirvienta de los Leagan y no recibía pago alguno.
  • Cuando fue adoptada por la familia Andrey y la vida empezaba a sonreirle, muere Anthony sin que pudiera confesarle su amor.
  • Es acusada injustamente de la muerte de Anthony.
  • Le hacen la vida imposible en el internado.
  • Eliza y sus amigas le tienden una trampa y es expulsada del internado.
  • Terry se separa para siempre de Candy, para quedarse con Susana, su compañera de teatro, ya que es "su culpa" que haya perdido una pierna por salvarlo.
  • Por razones desconocidas Eliza y Neal la odian a muerte.
  • Stear, uno de los mejores amigos de Candy, muere en la guerra.
  • Candy regresa al hogar de Pony.

La serie Candy Candy no termina como hubiera esperado: con un final feliz, pero ¿a quién le gustan las tragedias? No soy una de ellas.

miércoles, 15 de abril de 2009

¡Eeeeeeeeeh! ¡Ya llegamoooos!

La mayoría de los Domingos, acostumbrábamos a salir de paseo desde temprano, podía ser a algún día de campo, de visita con familiares o de compras.

Siempre al regresar a la casa, aún cuando no se habían encendido las luces de la casa, yo entraba corriendo por un largo pasillo, el cual atravesaba todas las habitaciones y finalmente llegaba a la cocina, con los brazos abiertos y gritando mi frase: ¡Eeeeeeeeeeeh! ¡Ya llegamooos!



Corriendo por el pasillo, sin saber lo que me esperaba

Un día, como no podía faltar la costumbre, ya era de noche cuando regresabamos de una fiesta de niños; en cuanto mi padre abrió la puerta, sin importarme la oscuridad, yo me lancé haciendo mi habitual recorrido, sin saber lo que me esperaba: Choqué con una cubeta con agua y un trapeador dentro, que estaba en el pasillo frente a la cocina, y caí estrepitosamente.

Para cuando encendieron las luces, yo me encontraba en el piso y toda remojando, y llorando. Ante la mirada de mis padres y hermanos que no podían contener la risa.

De inmediato me ayudaron a levantarme, y me llevó mi madre a cambiarme de ropa mientras todos se seguían burlando de mí.

Aquélla fue la última ocasión que entré a casa corriendo, nunca más lo volví a hacer.

Ya sólo exclamo al regresar: ¡Eeeeeeeeh! ¡Ya llegamos!